Ayer el cielo se empeñó en darnos un espectáculo de los que se ven a través de las cortinas de la habitación, de esos que hacen que dejes lo que estás haciendo y rápidamente las corras para asomarte a la ventana. Son pocas las ocasiones en las que el cielo decide compartir algo así con nosotros y no puedes evitar mirarlo hasta que éste decide echar el telón, porque te hipnotiza con el juego de luces y colores que despliega.
Allí por donde pasó el ambiente se tiñó de melancolía y nostalgia y fue inevitable congelar el momento para guardarlo en los recuerdos.
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